Al abrir La danza de las esferas de Sandriuska Theremin, descubrimos de inmediato un fragmento del poema «La palabra» de Gabriela Mistral (Lagar, 1954): «Yo tengo una palabra en la garganta / y no la suelto y no me libro de ella / aunque me empuja su empellón de sangre». Esta cita aislada invoca el poder del lenguaje que hierve en nosotros y se nos atraganta. Es una palabra violenta y peligrosa, porque si la soltamos «quema el pasto vivo, / sangra al cordero, hacer caer al pájaro». Justamente, este poemario de Sandriuska Theremin utiliza el poder de la palabra para hacer girar en armonía diversos elementos de la realidad y la naturaleza que, al mismo tiempo, existen en un mundo de violencia latente: así como el átomo engendra la bomba atómica (p. 15), la celebración de las ondas electromagnéticas tampoco pasa por alto su capacidad destructiva: «ondas delirantes / que se incendian / a 300.000 kilómetros por segundo / en el vacío» (p. 16). Esta doble dimensión del mundo aparece plasmada también en un collage (el primero de diez), que representa un planeta rodeado por naturaleza, esferas y átomos (p. 13), y que dialoga con el poema que le da título al libro, «La danza de las esferas»: «Esferas rojas y anaranjadas / Bailan en el cielo / abrasan el jardín / rompen ventanas / invaden la habitación / des / me / nu / zan / mi / cuer / po». Las esferas celestes son como las partículas que componen nuestro propio cuerpo. Ejecutan en armonía el baile que nos permite existir materialmente en la realidad y, al mismo tiempo, albergan la posibilidad latente de la disgregación y el caos a través de una explosión de la materia.
En diálogo con el nombre literario de la autora, el libro es también un homenaje a la música compuesta con ondas sonoras, la música de vibraciones y sensuales «descargas electromagnéticas» (pp. 31 y 51). En particular, a través del theremín, maravilloso instrumento musical propio del siglo XX, que se interpreta de manera etérea (se toca sin tocarlo) y que, al igual que un violín o un contrabajo, recorre de manera continua todas las notas posibles (todos los sonidos) sin separación por notas específicas. Por ello, «La danza de la esferas» tiene dos poemas de homenaje (en tono de epitafio) a Clara Rockmore (1911-1998), virtuosa lituana del theremín, y a León Theremin (1896-1993), el inventor soviético de este instrumento.
Al respecto, el theremín tuvo una gran presencia en las películas de ciencia ficción y horror a mediados del siglo XX. Gracias a la amplitud oscilante de su sonido y su sorprendente tecnología, parece emitir resonancias venidas de otra galaxia. En este sentido, la dimensión espacial y sonora del poemario se vincula con el imaginario de los Poetas Marcianos, grupo de poesía y música en que participa la autora y que, además, anima el proyecto editorial que publicó La danza de las esferas. El colofón lo deja claro: «Este libro se terminó de imprimir en las llanuras del desvarío, región meridional de Marte». La poética de Sandriuska Theremin incluye este tipo de referencias culturales que recuerdan a H. P. Lovecraft, la ciencia ficción y las películas serie B, donde se cruzan odiseas espaciales con ensueños psicodélicos sobre marcianos. Por ejemplo, se citan «rocas incendiadas / que viajan / en transbordadores espaciales / más allá / de la puerta de Tannhäuser» (p. 18). En esta puerta ficticia, mencionada en las películas Blade Runner (1982) y Soldier (1998), habrían luchado ejércitos de réplicas humanas de un incierto futuro. En ese sentido, la observación de las esferas celestes «abre otra dimensión» (p. 30), donde las ondas sonoras exudan «la revelación / de un misterio / anterior / a cualquier conciencia humana» (p. 52).
El poemario nos lleva entonces hacia lo sagrado, que emerge primero en poemas de nostalgia por la infancia y los abuelos, a través de la fiesta religiosa de San Sebastián de Yumbel, en la Región del Bibío (pp. 32, 35 y 56). En una dinámica de sincretismo, esto da paso luego a una serie de páginas relacionadas con la identidad mapuche, que se manifiesta en voz propia: el mapudungún aparece en dos momentos, primero a través de dos versos de un poema (p. 39) y luego en un poema completo (p. 41). Esta identidad también es plasmada como poesía visual, a través de un caligrama que forma la estrella mapuche, en homenaje a la activista y académica Elisa Loncón (p. 42). Las promesas incumplidas del Estado chileno en la Araucanía son vinculadas a la recordada frase de un general durante el estallido social («No estamos en guerra», p. 44), lo que pone en paralelo la lucha mapuche con la lucha del pueblo chileno. De fondo, se vislumbra la resistencia contra el capitalismo que desarraiga culturalmente, como se ve en el collage de la página 42, donde aparecen nombres de marcas comerciales en inglés o francés. Los «funestos» (p. 47) hombres de terno merecen una cabeza de pescado (collage p. 45), y su mención es seguida (en un juego de contraste) por un poema y un collage feministas (pp. 48 y 49).
La danza de las esferas está compuesta por la belleza de la naturaleza, pero también la violencia latente de sus elementos. Asimismo, los seres humanos, que somos parte de esta naturaleza, provocamos su florecer y su explosión nuclear, así como engendramos las injusticias sociales que nos separan. Sandriuska Theremin nos invita entonces a abrirnos a la belleza de la realidad que nos rodea y existir en armonía con ella: «Escuchar el canto de los pájaros / observar la imponente cordillera / palpar el rocío del viento / escuchar la lluvia / caminar sobre hojas ambarinas / de otoño. / […] / Embriagarme de aromas» (p. 56).
Pablo Fante
Sandriuska Theremin Música, escritora y editora. Miembro de la Sociedad Chilena de Autores e intérpretes musicales, SCD y miembro de la Sociedad de Escritores de Chile, SECH.
Sus poemas han sido publicados en diferentes antologías:
Como en el libro “La Flor en que Amaneces”, Antología de Poesía Hispanoamericana (2020), editorial Azalea, Venezuela.
“Formas Breves” Antología de cuentos y micro cuentos, editorial Signos. “Encerrar y Vigilar” Antología de poesía, escrita en Pandemia., Editorial marciano Ediciones.
“Presas y presos Por la Dignidad” antología de poesía y micro cuentos “donde Sandriuska participa con el microcuento “Josue”, dedicado a Yoshua Osorio Arias, muerto durante la revuelta del 2019.
En el 2020 publica “Los Sonidos del Éter” un ensayo acerca del theremín y su inventor. Primer libro escrito en Chile a cerca de la historia del theremín.
En el año 2022, La Danza de las Esferas libro de poesía escrita y visual.
En música
Como Solista publica en el 2021, Su primer Single “Los Sonidos del Éter” (2021) editado y publicado por el Sello de Pueblo Nuevo. Transmitido en radio de Valentín Letelier de la Universidad de Valparaíso, Radio la Zona de Santiago de Chile y Intenet Public radio de México.
Ha musicalizado poemas propios y de otras autoras: como poemas de Gabriela Mistral, Winett de Rokha.
Realizó la música de la Exposición Virtual “Luces y Flores de la Pandemia” Barranquilla, Colombia de Leo Lobos (2020).
Colaboró con la banda argentina Miranda-Arens en el Álbum Conceptual Feliz Navidad y en el Álbum Nueva realidad con el tema “Bajón”.
A fines del 2021 fue seleccionada para participar con su tema “La Cupula” en el Festival Santo Noise. Festival de Arte Sonoro y Música Electrónica realizado en Córdoba.
Pablo Fante (Santiago, Chile, 1980). Poeta, traductor, músico y videasta. Doctor en literatura por la Universidad de Toulouse. Es autor de los poemarios Sed de fluir (2010), Verde noche (2018), Dinosaurios / Todos vuelven (2019) y Rin del angelito (2020). Ha publicado más de treinta traducciones, entre las cuales obras de Michel de Montaigne, Olympe de Gouges, Alice Guy, Restif de la Bretonne, Hector Berlioz, Catherine d’Aulnoy, Georges Perec, Romain Gary y Perrine Le Querrec. Es miembro de la Orquesta de Poetas, agrupación de poesía y música, y dirige el proyecto audiovisual Registro de Poetas.