Cultura

Aguas vertiginosas | Blopa Drummer

AGUAS VERTIGINOSAS

 

Dedicado a Narciso y Amnesia

 

Abro los ojos después de un tiempo incierto. No sé dónde estoy. Escucho ruido de agua corriendo desde alguna canilla. Bajo la vista con dificultad y noto que el piso de la habitación está inundado. La luz tenue y tenebrosa me permite ver las paredes de revoque que me envuelven con su gris mustio. No hay ventanas, ignoro si es de día o de noche, si es verano o invierno.

 

Trato de hacer memoria pero es inútil: no recuerdo cómo llegue hasta aquí, no sé porque estoy acá, no conozco la razón por la cual siento todo mi cuerpo anestesiado, como tantas otras cosas que desconozco. Intento moverme pero me es imposible.  Ojalá pudiera usar mis manos para al menos escribir y desahogar mi mente aunque sea por un rato. La canilla continúa abierta, el nivel del agua trepa sin pausa ni descanso y comienzo a preocuparme.

 

Frente a mi hay una mesita minúscula y sobre ella una pequeña televisión que se prende y apaga caprichosamente. Una cámara apoltronada sobre la pared apunta hacia mi dirección. Asumo que alguien me vigila y eso me genera ansiedad. Además de la cama en donde estoy acostado, no hay ningún otro objeto más en esta habitación.  Lo único que escucho es el agua fluyendo continuamente desde un lugar muy cercano.

 

No siento dolor, no veo ninguna cicatriz en mi cuerpo. La temperatura es tolerable. Solo tengo puesto un calzoncillo que no es mío. El olor a humedad y decrepitud inunda mis narinas. La televisión se prende y una persona aparece hablando en un idioma que no entiendo. A los pocos minutos, vuelve a apagarse sola.

 

La canilla permanece abierta y no puedo hacer nada para evitarlo. Todo gira dentro de mi cabeza: las aspas de una batidora, el plato en un horno micro ondas, el tocadiscos, la calesita, las ruedas de los vehículos, las agujas del reloj que giran en concordancia con el planeta Tierra y ese girar es sinónimo de transcurso de tiempo, de lo inevitable, de cómo medimos nuestras vidas. Hay un antes y un después para todo. En esta sucesión ininterrumpida e inevitable de días y noches en que estamos sumergidos- “siempre” es tan utópico como “eterno” como medida de tiempo. La boca se me llena de saliva. Una sensación intensa de vértigo me invade con ferocidad y vomito. Me llega el hedor de mi halitosis y quedan colgando de mi barbilla pedazos de comida regurgitados. A pesar que lo intento con toda mi fuerza y voluntad – mi inmovilidad impide limpiarme.  

 

El agua ahora llega casi hasta la cama. Advierto un chispazo y siento el tufo que desprenden los transistores quemados de la televisión en cortocircuito. Tengo unas ganas irresistibles de gritar y pedir ayuda. Sin embargo, y a pesar de mi habitual lentitud para entender muchas cosas y conceptos- comprendo súbitamente que no confrontar los miedos es el genuino pecado original. Aceptar y vencer mis miedos es el único camino para ser libre de verdad.

 

No tengo remordimientos ni arrepentimientos que me mortifiquen. El agua sigue su lenta y tortuosa aproximación hacia mi boca y nariz. Los oídos se me llenan de agua. El secreto acerca de mi felicidad es dejar que mis anhelos se adapten y se ajusten a mi realidad circundante. En cuestión de segundos, todo mi cuerpo estará sumergido. Fijo mi vista en el techo, tomo aire y lleno mis pulmones de oxígeno.

 

Fotografia de Blopa Drummer

 

Blopa Drummer, uruguayo, montevideano y rioplatense, nacido en el año de la orientalidad y auto-exiliado hace mas de dos décadas en el oeste canadiense. Estudio en varias universidades y se recibió en ninguna. Ha tenido a lo largo de su opaca vida trabajos rutinarios y tediosos que le han otorgado demasiado tiempo para pensar cosas inútiles en su gran mayoría. Luego de cuatro décadas dando vueltas alrededor del Sol, decidió comenzar a plasmar por escrito sus sinsabores, penas y desvelos. Algunas de sus prosas poéticas pueden encontrarse en 

http://textos-infimos.blogspot.com



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