Cultura

Luiz Vaz de Camões | Luiz Vaz de Camões, Pedro Sevylla de Juana, trad.

Foto de Jonathan Borba na Unsplash

 

Sinopsis

Cervantes, Manrique, Amado, Bandeira, Bécquer, Bello, Borges, Camões, Conde, Cortázar, Darío, Drummond, Ercilla, Fagundes, Freyre, Lorca, Márquez, Hilst, Juan Ramón, Machado Assis, Machado, Carolina Maria, Martí, Meireles, Mistral, Neruda, Pagu, Bazán, Paz, Galdós, Pessoa, Queiroz, Quevedo, Regio, Saramago, Sena, Sevylla, Silva, Valle, Vallejo, Verdaguer. El ensayo 40 autores en castellano e português. Mis traducciones, análisis incluidos, es el libro treinta y cinco de Pedro Sevylla de Juana, académico correspondiente de la Academia de Letras del estado de Espírito Santo ES Brasil. Las literaturas ibéricas e iberoamericanas han dado al mundo grandes escritores en la península, las islas y el continente americano. Escritores notables sustentados por un número elevado de lectores. Publicados los libros escritos de Pedro Sevylla, faltaba el ensayo y la traducción de los textos en las lenguas castellana y portuguesa, recogidos en el blog pedrosevylla.com sin orden establecido. En el libro los dispone por orden alfabético del primer apellido del autor. Inicia la lista, al margen de todo y de todos, Miguel de Cervantes, autor de una obra que es el pilar fundamental de la escritura en Occidente. Nacido Pedro Sevylla junto al Camino de Santiago, desea mostrar lo que sería el recorrido de Don Quijote y Sancho por tan transitada senda. Sigue Jorge Manrique con sus coplas inmortales. Luego, todos los demás.

 

Tamaño del libro 502 páginas de 160 cm x 23.5 cm, más cubierta con solapas.

 

Luiz Vaz de Camões

Hijo de Simão Vaz de Camões y Ana de Sá e Macedo, Luís Vaz de Camões nació en Lisboa en torno al año 1524. Su muerte ocurrió en Lisboa el 10 de junio del año 1580. Día actual de Portugal y de la lengua portuguesa. El término España, en aquel tiempo, pudo usarse con un sentido amplio, peninsular. Podría así considerar a Camões nacido en España, como dice Voltaire; es decir en la península Ibérica. El mismo Camões se refiere unas veces a los castellanos y otra a los españoles cuando habla de las tropas de Castilla. Es de resaltar el gran concepto expresado de la gente fortísima de España. Se ha dicho que Os Lusiadas recorrió en Europa el mismo camino que la literatura española de la época. Acaso como una obra española más. En España tuvo una gran importancia cultural, tanto como su autor; pues se leía en uno u otro idioma. Aunque los comienzos fueron esos y las ediciones se sucedieron tempranas, paralelas a las portuguesas; se ve la mano de Felipe II apoyando sus propios intereses en Portugal. Por eso debemos tener en cuenta lo que ocurrió luego.


Traduzco aquí lo que escribió el erudito portugués Sousa Viterbo en 1891: «A pesar de la identidad de lenguas, fue la nación española la primera en apoderarse de nuestro gran poema épico. No menos de tres traducciones españolas aparecieron en el siglo XVI, siendo dos en 1580 y una en 1591. Después de este movimiento de entusiasmo, pasaron dos siglos sin que volviese a aparecer nueva traducción o sin reproducir alguna de las traducciones antiguas. Este hecho no deja de impresionar, atendiendo sobre todo a que, Camões, continuaba siendo venerado en la literatura española, siendo frecuentes las citas y referencias honrosas que respecto a nuestro poeta se encuentran en los escritos de aquel país».


Os Lusiadas


Obra cumbre de Luís Vaz de Camões, es el relato de un viaje en forma de poema épico, considerado la más grande epopeya moderna. En los últimos años del siglo XV, el rey don Manuel encarga al marino Vasco de Gama abrir un camino hacia la India, atravesando el Atlántico y el Índico. El relato de este viaje y de sus peripécias constituye el argumento del grandioso poema. En sus diez cantos pone Camões de manifiesto, la importancia de la excepcional aventura y la grandeza del reino de Portugal; convirtiendo la historia en mito. Es notorio y notable el conocimiento que el autor demuestra de la épica de griegos y latinos. Con la influencia clara de la Eneida de Virgilio y, algo menos, de la Ilíada de Homero; puso Camões el empeño en equiparar la gesta de los marinos portugueses, con las llevadas a cabo por Eneas y Ulises. Estableciendo un paralelismo entre la fortaleza heroica de Vasco de Gama y quienes lo acompañaban, con los grandes héroes grecorromanos; ayudados o estorbados en ambos casos por los dioses de esas mitologías.

 

Contenido del episodio correspondiente al Consejo de los Dioses, Os Lusíadas, canto primero, estrofas: de la 20 a la 41.
El Consejo de los Dioses, que se celebrará en el Olimpo por iniciativa de Júpiter, padre de los dioses, debe decidir sobre los futuros acontecimientos de Oriente. Llegan los convocados al Monte Olimpo desde sus lugares a través de la Vía Láctea, espacio por donde regresarán también cuando el Consejo termine. El Tonante quiere oír a todos su manera de ver los asuntos, más aún a quienes vienen de los Siete Cielos, esos siete planetas que tienen nombre de dios. La cuestión principal es si se debe permitir o no que la armada portuguesa llegue a Oriente como persigue. Júpiter, desde el inicio, anuncia su buena voluntad respecto al viaje de los lusos, deseando que sean recibidos como buenos amigos en la costa africana. Da su apoyo, dice en la intervención, porque los portugueses se enfrentarán a mares desconocidos y a grandes peligros. También, porque sobre esa incursión, los Hados han decidido su llegada a término, haciendo olvidar con esa gesta las de Asírios, Persas, Griegos y Romanos.


Baco no está de acuerdo y así lo expresa tras el discurso de Júpiter. Teme que perderá toda la fama conseguida en Oriente si los lusitanos logran alcanzar ese objetivo. Venus va apoyar a los portugueses porque se parecen mucho a los habitantes de su amado pueblo latino, hablantes de una lengua hija del Latín. Además, recuerda que han demostrado pericia y valentía en sus aventuras marinas de África. Marte, dios de la guerra, defiende a los Lusos por dos razones: por apoyar a Venus, su antigua amante y porque reconoce la braveza de ese pueblo. Llega Marte a pedir a Júpiter que no dé marcha atrás en la defensa de los navegantes portugueses; solicitando a Mercurio, mensajero de los dioses, que recabe información acerca de la India, pues le parece que Baco defiende intereses propios con su oposición. El Consejo acaba tomando una decisión favorable a la armada lusitana y cada uno de los dioses regresa a su lugar por donde llegó.

Os Lusíadas, Canto Primero, episodio del Consejo de los Dioses
Obra de Luiz Vaz de Camões,
Traducción de Pedro Sevylla de Juana


XX
Quando os Deuses no Olimpo luminoso,
Onde o governo está da humana gente,
Se ajuntam em concílio glorioso
Sobre as cousas futuras do Oriente.
Pisando o cristalino Céu formoso,
Vêm pela Via-Láctea juntamente,
Convocados da parte do Tonante,
Pelo neto gentil do velho Atlante.

Cuando los Dioses en el Olimpo luminoso,
donde el gobierno está de humana gente,
se juntan en un consejo glorioso,
sobre las cosas futuras del Oriente.
Pisando el cristalino Cielo hermoso,
vienen por la Vía Láctea juntamente,
convocados, de parte del Tonante,
por el nieto gentil del viejo Atlante.

XXI
Deixam dos sete Céus o regimento,
Que do poder mais alto lhe foi dado,
Alto poder, que só o pensamento
Governa o Céu, a Terra, e o Mar irado.
Ali se acharam juntos num momento
Os que habitam o Arcturo congelado,
E os que o Austro tem, e as partes onde
A Aurora nasce, e o claro Sol se esconde.

Dejan de los siete Cielos el gobierno,
que del poder más alto les fue dado,
alto poder, que sólo el pensamiento
gobierna el Cielo, la Tierra, el Mar airado.
Allí se hallaron juntos al momento
los que habitan el Arcturo congelado
y los que el Austro tienen y las partes donde
la Aurora nace y el claro Sol se esconde.

XXII
Estava o Padre ali sublime e dino,
Que vibra os feros raios de Vulcano,
Num assento de estrelas cristalino,
Com gesto alto, severo e soberano.
Do rosto respirava um ar divino,
Que divino tornara um corpo humano;
Com uma coroa e ceptro rutilante,
De outra pedra mais clara que diamante.

Estaba el Padre allí, sublime y digno,
que agita los fieros rayos de Vulcano,
en un asiento de estrellas cristalino,
con gesto alto, severo y soberano;
del rostro respiraba aire divino,
que divino tornara un cuerpo humano;
con la corona y el cetro rutilante,
de otra piedra más clara que el diamante.

XXIII
Em luzentes assentos, marchetados
De ouro e de perlas, mais abaixo estavam
Os outros Deuses todos assentados,
Como a razão e a ordem concertavam:
Precedem os antíguos mais honrados;
Mais abaixo os menores se assentavam;
Quando Júpiter alto, assim dizendo,
C’um tom de voz começa, grave e horrendo:

En lucientes asientos, adornados
de oro y perlas, más abajo estaban
los otros Dioses, todos asentados
Como la Razón y el Orden concertaban
(preceden los antiguos, más honrados,
más abajo los menores se sentaban);
cuando Júpiter alto, así diciendo,
con un tono de voz grave y horrendo:

XXIV
“Eternos moradores do luzente
Estelífero pólo, e claro assento,
Se do grande valor da forte gente
De Luso não perdeis o pensamento,
Deveis de ter sabido claramente,
Como é dos fados grandes certo intento,
Que por ela se esqueçam os humanos
De Assírios, Persas, Gregos e Romanos.

«Eternos habitantes del luciente,
estrellado cielo, y claro asiento:
si del arrojo de la fuerte gente
de Luso no perdéis el pensamiento,
debéis de haber sabido claramente
que es de los magnos Hados fuerte intento
que por ella se olviden los humanos
de Asirios, Persas, Griegos y Romanos.

XXV
«Já lhe foi (bem o vistes) concedido
C’um poder tão singelo e tão pequeno,
Tomar ao Mouro forte e guarnecido
Toda a terra, que rega o Tejo ameno:
Pois contra o Castelhano tão temido,
Sempre alcançou favor do Céu sereno.
Assim que sempre, enfim, com fama e glória,
Teve os troféus pendentes da vitória.

«Ya le fue (bien lo visteis) concedido,
con poder tan sencillo y tan pequeño,
tomar al Moro fuerte y guarnecido
toda la tierra que riega Tajo ameno.
Pues contra el Castellano tan temido
siempre alcanzó favor del sereno Cielo:
Así que siempre, al fin, con fama y gloria,
tuvo los trofeos pendientes de victoria.

XXVI.
«Deixo, Deuses, atrás a fama antiga,
Que coa gente de Rómulo alcançaram,
Quando com Viriato, na inimiga
Guerra romana tanto se afamaram;
Também deixo a memória, que os obriga
A grande nome, quando alevantaram
Um por seu capitão, que peregrino
Fingiu na cerva espírito divino.

«Dejo, Dioses, atrás la fama antigua,
que con la gente de Rómulo alcanzaron,
cuando con Viriato, en la enemiga
Guerra Romana, tanto se afamaron;
también dejo la memoria a que obliga
el gran nombre, cuando alzaron
a uno como capitán, quien, peregrino,
fingió en la corza espíritu divino.

XXVII
«Agora vedes bem que, cometendo
O duvidoso mar num lenho leve,
Por vias nunca usadas, não temendo
De Áfrico e Noto a força, a mais se atreve:
Que havendo tanto já que as partes vendo
Onde o dia é comprido e onde breve,
Inclinam seu propósito e porfia
A ver os berços onde nasce o dia.

«Ahora veis bien que, acometiendo
el incierto mar en barco leve,
por vías nunca usadas, no temiendo
el vigor de Áfrico y Noto, a más se atreve:
Que, sabiendo lo mucho que van viendo
donde el día es largo y donde breve,
dirigen su propósito y porfía
a ver las cunas donde nace el día.

XXVIII
«Prometido lhe está do Fado eterno,
Cuja alta Lei não pode ser quebrada,
Que tenham longos tempos o governo
Do mar, que vê do Sol a roxa entrada.
Nas águas têm passado o duro inverno;
A gente vem perdida e trabalhada;
Já parece bem feito que lhe seja
Mostrada a nova terra, que deseja.

«Prometido le está del Hado eterno,
cuya alta ley no puede ser quebrada,
que tengan largos tiempos el gobierno
del mar que ve del Sol la rúbea entrada.
En las aguas han pasado el duro Invierno;
la gente viene aturdida y muy cansada;
y parece necesario que le sea
mostrada la nueva tierra que desea.

XXIX
«E porque, como vistes, têm passados
Na viagem tão ásperos perigos,
Tantos climas e céus experimentados,
Tanto furor de ventos inimigos,
Que sejam, determino, agasalhados
Nesta costa africana, como amigos.
E tendo guarnecida a lassa frota,
Tornarão a seguir sua longa rota.»

«Y siendo sabido que llevan pasados
del viaje tan ásperos peligros,
tantos climas y cielos soportados,
tanto furor de vientos enemigos,
que sean, determino, agasajados
en esta costa africana como amigos;
y, puesta a resguardo la cansada flota,
proseguirán luego su larga derrota».

XXX
Estas palavras Júpiter dizia,
Quando os Deuses por ordem respondendo,
Na sentença um do outro diferia,
Razões diversas dando e recebendo.
O padre Baco ali não consentia
No que Júpiter disse, conhecendo
Que esquecerão seus feitos no Oriente,
Se lá passar a Lusitana gente.

Estas palabras Júpiter decía,
cuando los Dioses, por orden respondiendo,
en la sentencia uno del otro difería,
razones diversas dando y recibiendo.
El padre Baco allí no consentía
en lo que Júpiter dijo, conociendo
que olvidarán sus hechos en Oriente
si llega allá la Lusitana gente.

XXXI
Ouvido tinha aos Fados que viria
Uma gente fortíssima de Espanha
Pelo mar alto, a qual sujeitaria
Da índia tudo quanto Dóris banha,
E com novas vitórias venceria
A fama antiga, ou sua, ou fosse estranha.
Altamente lhe dói perder a glória,
De que Nisa celebra inda a memória.

Tenía oído a los Hados que vendría
una gente fortísima de España
por el abierto mar, la cual sujetaría
de la India todo cuánto Dóris baña,
y con nuevas victorias vencería
la fama antigua, ya suya ya extraña.
vivamente le duele perder la gloria
de que Nisa aún celebra la memoria.

XXXII
Vê que já teve o Indo sojugado,
E nunca lhe tirou Fortuna, ou caso,
Por vencedor da Índia ser cantado
De quantos bebem a água de Parnaso.
Teme agora que seja sepultado
Seu tão célebre nome em negro vaso
D’água do esquecimento, se lá chegam
Os fortes Portugueses, que navegam.

Ve que ya tuvo el Indo sojuzgado
y nunca le quitó Fortuna o Caso
por vencedor de la India ser cantado
de cuantos beben el agua del Parnaso.
Teme ahora que sea sepultado
su tan celebrado nombre en negro vaso
de agua del olvido, si allá llegan
los fuertes Portugueses que navegan.

XXXIII
Sustentava contra ele Vênus bela,
Afeiçoada à gente Lusitana,
Por quantas qualidades via nela
Da antiga tão amada sua Romana;
Nos fortes corações, na grande estrela,
Que mostraram na terra Tingitana,
E na língua, na qual quando imagina,
Com pouca corrupção crê que é a Latina.

Intervenía contra él Venus bella,
encariñada con la gente Lusitana
por cuantas cualidades veía en ella
de la antigua, tan amada, su Romana;
en los fuertes corazones, en la gran estrella
que mostraron en la tierra Tingitana,
y en la lengua, en la cual cuando imagina,
con poca adulteración ve la Latina.

XXXIV
Estas causas moviam Citereia,
E mais, porque das Parcas claro entende
Que há de ser celebrada a clara Deia,
Onde a gente belígera se estende.
Assim que, um pela infâmia, que arreceia,
E o outro pelas honras, que pretende,
Debatem, e na porfia permanecem;
A qualquer seus amigos favorecem.

Estas causas movían a Citerea,
y más, porque de las Parcas bien entiende
que ha de ser celebrada la clara Dea
donde la gente belígera se extiende.
Así que, uno, por la infamia, que olfatea,
y el otro, por las honras que pretende,
debaten, y en la porfía permanecen;
a cualquiera sus amigos favorecen.

XXXV
Qual Austro fero, ou Bóreas na espessura
De silvestre arvoredo abastecida,
Rompendo os ramos vão da mata escura,
Com ímpeto e braveza desmedida;
Brama toda a montanha, o som murmura,
Rompem-se as folhas, ferve a serra erguida:
Tal andava o tumulto levantado,
Entre os Deuses, no Olimpo consagrado.

Cual Austro fiero o Bóreas en la verdura
de silvestre arbolado abastecida,
rompiendo las ramas van de selva oscura
con ímpetu y braveza desmedida,
brama toda montaña, el sonido murmura,
se rompen las hojas, hierve la sierra erguida:
tal andaba el tumulto, levantado
entre los Dioses, en el Olimpo consagrado.

XXXVI
Mas Marte, que da Deusa sustentava
Entre todos as partes em porfia,
Ou porque o amor antigo o obrigava,
Ou porque a gente forte o merecia,
De entre os Deuses em pé se levantava:
Merencório no gesto parecia;
O forte escudo ao colo pendurado
Deitando para trás, medonho e irado,

Pero Marte, que de la Diosa cuidaba
entre todas las razones en porfía,
o porque el amor antiguo le obligaba,
o porque la gente fuerte lo valía,
de entre los Dioses en pie se levantaba:
melancólico en el gesto parecía;
el fuerte escudo, al cuello colgado,
lo acomoda atrás, fiero y airado;

XXXVII
A viseira do elmo de diamante
Alevantando um pouco, mui seguro,
Por dar seu parecer, se pôs diante
De Júpiter, armado, forte e duro:
E dando uma pancada penetrante,
Com o conto do bastão no sólio puro,
O Céu tremeu, e Apolo, de torvado,
Um pouco a luz perdeu, como enfiado.

La visera del yelmo de diamante
levantando un poco, muy seguro,
tratando de opinar llegó delante
de Júpiter, armado, fuerte y duro;
y dando un golpe penetrante
con el pomo del bastón en solio puro,
el Cielo tembló, y Apolo, de turbado,
perdió algo de color, como apagado;

XXXVIII
E disse assim: «Ó Padre, a cujo império
Tudo aquilo obedece, que criaste,
Se esta gente, que busca outro hemisfério,
Cuja valia, e obras tanto amaste,
Não queres que padeçam vitupério,
Como há já tanto tempo que ordenaste,
Não ouças mais, pois és juiz direito,
Razões de quem parece que é suspeito.

Y dijo así: «Ó Padre, a cuyo imperio
todo aquello obedece que creaste:
si esta gente que busca otro hemisferio,
cuya valía y obras tanto amaste,
no quieres que padezca vituperio,
como hace tanto tiempo que ordenaste,
no oigas más, pues eres árbitro juicioso,
razones de quien parece sospechoso.

XXXIX
«Que, se aqui a razão se não mostrasse
Vencida do temor demasiado,
Bem fora que aqui Baco os sustentasse,
Pois que de Luso vem, seu tão privado;
Mas esta tenção sua agora passe,
Porque enfim vem de estômago danado;
Que nunca tirará alheia inveja
O bem, que outrem merece, e o Céu deseja.

«Que, si aquí la razón no se mostrase
vencida del temor demasiado,
bien fuera que Baco los amparase,
pues que de Luso vienen, su buen privado;
mas este intento suyo ahora pase,
pues llega de estómago dañado;
que nunca borrará ajena avaricia
lo que otro merece y el Cielo codicia.

XL
«E tu, Padre de grande fortaleza,
Da determinação, que tens tomada,
Não tornes por detrás, pois é fraqueza
Desistir-se da cousa começada.
Mercúrio, pois excede em ligeireza
Ao vento leve, e à seta bem talhada,
Lhe vá mostrar a terra, onde se informe
Da índia, e onde a gente se reforme.»

«Y tú, Padre de gran fortaleza,
de la determinación que tienes tomada
no retrocedas ya, pues es flaqueza
desistir de la cosa comenzada.
Mercurio, pues excede en ligereza
al viento leve y a la flecha bien tallada,
va a mostrarle la tierra donde se informe
de la India, y donde la gente se reforme».

XLI
Como isto disse, o Padre poderoso,
A cabeça inclinando, consentiu
No que disse Mavorte valeroso,
E néctar sobre todos esparziu.
Pelo caminho Lácteo glorioso
Logo cada um dos Deuses se partiu,
Fazendo seus reais acatamentos,
Para os determinados aposentos.

Como esto dijo, el Padre poderoso,
la cabeza inclinando, consintió
en lo que dijo Mavorte valeroso
y néctar sobre todos esparció.
Por el camino Lácteo tan glorioso
cada uno de los Dioses se marchó,
realizando sus reales tratamientos,
hacia los determinados aposentos.

Punto de Partida Edición de Nápoles 1730
https://books.google.es/books?id=D5eaatWsH00C&pg=PA165&dq

VOLTAIRE, en Essai Sur la Poesie Epique, Camões Capítulo VI. 1834
Traducción del francés: Pedro Sevylla de Juana

CAMÕES.


Mientras que Trissino, en Italia, seguía con paso tímido y débil los rastros de los antiguos; Camões, en Portugal, abría una vereda nueva del todo, granjeándose una reputación que todavía dura entre sus compatriotas, pues lo llaman el Virgilio portugués. Camões, perteneciente a una antigua familia portuguesa, nació en España, en los últimos años del célebre reinado de Fernando y de Isabel, cuando Juan II reinaba en Portugal. Después de la muerte de Juan, llegó a la corte de Lisboa, el primer año del reinado de Manuel el Grande, heredero del trono y de los proyectos del rey Juan. Eran entonces los felices días de Portugal, y el tiempo marcado para la gloria de esta nación. Manuel I, determinó seguir el proyecto que había sido suspendido tantas veces: abrir una vía hacia la India oriental por el Océano. Llamó, en 1497, a Vasco de Gama, que llegó con una flota para esa empresa, vista como temeraria e impracticable, por ser nueva. Gama, y los que tuvieron la insolencia de embarcarse con él, pasaron por insensatos que se sacrificaban con alegría de corazón. Era un sólo grito en la ciudad contra el rey: Toda Lisboa vio partir con indignación y con lágrimas a estos aventureros, y los lloró como a muertos. Sin embargo, la empresa tuvo éxito y fue el primer cimiento del comercio que Europa tiene hoy con la India por el océano.


Camões no acompañó a Vasco de Gama en su expedición, como dije en mis ediciones precedentes; no fue a la Gran India hasta mucho tiempo después. Un deseo vago de viajar y de hacer fortuna, la fama despertada en Lisboa por sus galanterías indiscretas, el descontento con la Corte y, sobre todo, esa curiosidad inseparable de la gran imaginación, lo arrancaron de su patria. Sirvió primero como voluntario en una nave, y perdió un ojo en combate. Los Portugueses ya tenían un virrey en la India. Camões, que estaba en Goa, fue exiliado de allí por el virrey. Ser exiliado era tan solo una de las desgracias singulares que el destino reservaba a Camões. Languideció durante algunos años en un rincón de tierra bárbara junto a la frontera de China, donde los Portugueses tenían un mínimo asentamiento, y comenzaban a edificar la ciudad de Macao. Fue allí donde Camões compuso su poema del descubrimiento de la India, que tituló la Lusiada; título que dice poco del asunto tratado, y que, hablando con propiedad, significa Portugada. Obtuvo un empleucho en el mismo Macao; de ahí que, al regresar a Goa, sufriera un naufragio cerca de las costas de China. Se salvó, decimos, nadando con una mano y llevando en la otra su poema: única posesión que le quedaba.


De regreso a Goa, fue metido en la cárcel. Salió de allí sólo para sufrir una desgracia mayor; la de seguir por África a un pequeño gobernador arrogante y avaro. Con él se sintió muy humillado. En fin, regresó a Lisboa con el poema como único recurso. Consiguió una pequeña pensión, aproximadamente ochocientas libras de nuestra moneda de hoy; pero cesaron pronto de pagársela. No tuvo otra jubilación ni otro socorro que un hospital. Fue allá donde pasó el resto de su vida, muriendo en un abandono total. En cuanto hubo muerto se apresuraron a dedicarle epitafios honorables, y a elevarlo al nivel de los grandes hombres. Algunas ciudades se disputaron el honor de haber sido el lugar de su nacimiento. Así probó en su propia carne toda la suerte de Homero. Viajó Homero como él; vivió y murió pobre, teniendo gran reputación sólo después de muerto. Cuántos ejemplos deben conocer los hombres de ingenio, para darse cuenta de que no es con el ingenio con lo que se consigue fortuna y se vive feliz.


El argumento de Lusiadas, tratado por un espíritu tan vivo como el de Camões, solo podía producir una nueva especie de epopeya. El fondo de su poema no es una guerra, ni una disputa entre héroes, ni el mundo alzado en armas por una mujer; se trata de un nuevo país descubierto con la ayuda de la navegación. He aquí cómo comienza: «Canto a esos hombres que están por encima de lo vulgar, que de las riberas occidentales de Lusitania, navegando mares que aún no habían visto, llegaron a asombrar a Taprobane con su audacia. Ellos, cuyo coraje paciente es capaz de resistir esfuerzos situados más allá de la resistencia humana, establecieron un nuevo imperio bajo un cielo desconocido y bajo otras estrellas. Qué no se alaben más los viajes del troyano famoso que llevó a sus dioses a Italia; ni los del sabio griego que llegó de nuevo a Ítaca después de veinte años de ausencia; ni los de Alejandro, ese impetuoso conquistador. Desapareced, banderas que Trajano desplegaba sobre las fronteras de la India; he aquí un hombre al que Neptuno rindió su tridente; he aquí trabajos que sobrepasan a todos los vuestros». Y vosotras, ninfas del Tajo, que nunca me inspirasteis sonidos dulces y conmovedores, cuando alabé las orillas de vuestro agradable río; dadme en adelante acentos orgullosos e intrépidos; que tengan la fuerza y la claridad de vuestra corriente; qué sean puros como vuestras ondas, y qué en lo sucesivo el dios del verso prefiera vuestras aguas a las de la fuente sagrada». El poeta gobierna la flota portuguesa en la desembocadura del Ganges: describe, al pasar, las costas occidentales, el mediodía y oriente de África, y los diferentes pueblos que viven en la orilla; funde con arte la historia de Portugal.
Vemos en el tercer canto la muerte de la célebre Inés de Castro, esposa del rey don Pedro, cuya aventura encubierta fue representada hace poco en el teatro de París. Es, a mi gusto, la pieza más bella de Camões; hay pocos fragmentos en Virgilio más enternecedores y mejor escritos. La sencillez del poema es realzada por ficciones tan nuevas como la trama. He aquí uno que, me atrevo a pronosticar, debe tener éxito en todos los tiempos y naciones.


Cuando la flota está dispuesta a doblar el cabo de Buena Esperanza, llamado entonces el promontorio de las Tempestades, percibimos de repente un objeto formidable. Es un fantasma quien se eleva del fondo del mar; su cabeza toca las nubes; las tempestades, los vientos, los truenos, le circundan; sus brazos se extienden a lo lejos sobre la superficie de las aguas; este monstruo, o este dios, es el guardián del océano del que ninguna nave ha cortado aún las olas. Monstruo o dios amenaza a la flota, se queja de la audacia de los Portugueses, que vienen a disputarle el imperio de estos mares. Les anuncia él todas las calamidades que deben sufrir en su empresa. Esto es sorprendente en cualquier país sin duda. He aquí otra ficción que agradó en extremo a los Portugueses, pareciendo acorde con el genio italiano: se trata de una isla encantada que sale del mar para frenar el avance de Gama y de su flota. Esta isla sirvió, decimos, de modelo a la isla de Armida, descrita algunos años después por Tasso. Allí, Venus, movida por los consejos del Padre eterno y apoyada al tiempo por las flechas de Cupido, torna a las Nereidas enamoradas de los Portugueses. Los placeres más lascivos son pintados allí sin contemplaciones; cada Portugués abraza a una Nereida; Thetis consigue a Vasco de Gama para entregarse. La diosa lo eleva a la alta montaña, que es el entorno más delicioso de la isla y, desde allí, le muestra todos los reinos de la tierra prediciéndole los destinos de Portugal.


Camões, después de haberse entregado sin reservas a la descripción voluptuosa de esa isla, y de los placeres en que los Portugueses se sumergieron; se ocupa de explicar al lector que toda esta ficción, no significa otra cosa, que el placer de un hombre honrado recibido del deber cumplido. Pero se debe reconocer que una isla encantada, de la que Venus es la diosa, donde las ninfas acarician a los marineros después de un largo viaje, se parece más a un músico de Ámsterdam que a algo honesto. Sé que un traductor de Camões pretende, que, en este poema, Venus es la Virgen Santísima, y que Marte es, evidentemente, Jesucristo. A buenas horas; no me opongo. Pero reconozco que no lo había visto así. Esta alegoría nueva justificará cualquier cosa. No nos sorprenderá que Gama, en una tempestad, dirija sus oraciones a Jesucristo, siendo Venus quien llegue en su socorro. Baco y la Virgen María formarán parte, naturalmente, del grupo.


El objetivo principal de los Portugueses, una vez establecido su comercio, es la propagación de la fe; siendo Venus quien se encarga del éxito de la empresa. Hablando seriamente, una maravilla tan absurda desfigura toda la obra a los ojos de los lectores sensatos. Parece que este gran defecto pudo derribar el poema. Aunque la poesía del estilo y la fantasía en la expresión lo sostuvieron; lo mismo que la belleza de ejecución situó a Paul Véronèse entre los grandes pintores, aunque hubiera pintado a padres benedictinos y soldados suizos en asuntos del Antiguo Testamento, pecando siempre contra la vestimenta. Camões cae con frecuencia en tales disparates. Me acuerdo que Vasco, después de haber contado sus aventuras al rey de Mélinde, le dice: «O rey, juzgue si Ulises y Eneas viajaron tan lejos como yo y si corrieron tantos peligros». No es posible que, un bárbaro Africano de las costas de Zanguebar, conociera a Homero y a Virgilio. Pero de todos los defectos de este poema, el más grande es la poca concordancia que reina entre todas sus partes. Se parece al viaje del argumento. Las aventuras se suceden unas a otras y el poeta no tiene otro arte que el de contar bien los detalles; pero este arte solo, por el placer que da, suple a todos los demás. Todo esto prueba, al fin, que la obra está llena de grandes bellezas, ya que desde hace doscientos años es la delicia de una nación espiritual; siendo bueno que conozca también los errores.

 

fotografia de Pedro Sevylla de Juana

Académico Correspondiente de la Academia de Letras del Estado de Espírito Santo en Brasil, y Premio Internacional Vargas Llosa de novela, Pedro Sevylla de Juana nació en Valdepero (Palencia) en 1946. Cursó el bachillerato en la capital palentina, y los superiores en Madrid. Aficionado a la lectura, escribe desde muy temprano. Se rindió a la poesía sin condiciones, y la prosa poética fue el resquicio por donde le llegaron los relatos breves. Ellos, y las sorprendentes facilidades del procesador de textos, le acercaron a la novela. El interés por la lengua y la cultura portuguesas, posibilitó su actividad de traductor. Además de en su pueblo y Palencia, residió en Valladolid, Barcelona y Madrid. Pasando temporadas en Cornualles, Ginebra, Estoril, Tánger, París, Ámsterdam, La Habana, Villeneuve sur Lot (Francia) y Vitória ES (Brasil). Publicitario, conferenciante, traductor, articulista, poeta, ensayista, investigador, editor, crítico y narrador, ha publicado treinta y un libros, participando en siete antologías internacionales. Cumplidos los setenta y siete años, reside en El Escorial, dedicado a sus pasiones más arraigadas: vivir, leer y escribir. 

Blog literario: https://pedrosevylla.com 

OBRA

Traducción

El corazón da Medusa (2021), poesía, bilingüe. Renata Bomfim, autora. Pedro Sevylla de Juana, traducción al castellano y análisis crítico en ambos idiomas. 

Narrativa

Sucesos del Principado (1982), Pedro Demonio (1990), Defensa de Paulino (1999), El dulce calvario de la señorita Salus (2001), En torno a Valdepero (2003), La musa de Picasso (2007), Ad Memoriam (2007), Del elevado vuelo del halcón (2008), La pasión de la señorita Salus (2010), Pasión y muerte de la señorita Salus (2012), Las mujeres del sacerdote (2012), Estela y Lázaro (2014), Virginia Boinder y Pablo Céspedes (2019), El destino y la señorita Salus (2019), 24 cuentos pluscuamperfectos (2020), Amor en el río de la vida (2022), Dos días de boda en Francia (2023), Intimidades ocultadas (2023), Solo de voz en La Habana (2023) 

Poesía

El hombre en el camino (1978), Relatos de piel y palabra (1979), Poemas de ida y vuelta (1981), Mil versos de amor a Aipa (1982), Somera investigación (1988), El hombre fue primero (1989), Madrid, 1985 (1989), Aiñara (1993), Deriva del hombre (2006), Trayectoria y elipse (2011), Elipse de los tiempos (2012), Brasil, sístoles e diástoles (2016) Imago Universi Mei (2018). Meus poemas essenciais (2023).

Ensayo:

40 autores en castellano e português. (2024). 

https://pedrosevylla.com/40-autores-en-castellano-e-portugues-mis-traducciones/

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