Cultura

Una mirada decolonial en torno a la novela Limón blues | Mia Gallegos

 

Este libro surgió en circunstancias especiales. Durante esa época, hace cinco años yo estaba por obtener el grado de maestría en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional. Había llevado un magnifico curso con la doctora Anabelle Contreras en dicha universidad, quien sabiamente nos expuso a los alumnos las principales tesis de la modernidad/colonialidad.

 

Me fascinaron las posiciones de sociólogos latinoamericanos como Walter Mignolo, Aníbal Quijano, María Lugones, Santiago Castro Gómez, Nelson Torres Maldonado y otros más. De pronto, me vi en la obligación de decidir que documento debía preparar para graduarme. No quería realizar un trabajo práctico y como soy escritora, indagué si podía escribir un ensayo y aquí está publicado por la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.

 

Pensé durante algunas semanas cuál podría ser mi aporte y se me vino a la mente la novela Limón Blues de Anacristina Rossi, novela que me había sorprendido años atrás porque trata un tema que suscitó toda mi atención: el problema de la negritud.

 

Al ir reflexionando sobre el tema surgieron otras inquietudes e hipótesis, la más fuerte fue la intuición que me llevó a leer de nuevo la novela Orlando de Virginia Woolf, pionera del feminismo y autora de obras muy transgresoras.  Pero no solo eso, las dos obras caían como anillo al dedo para tratar el tema de la modernidad y su contraparte, la colonialidad.

 

Debí leer las dos novelas en numerosas ocasiones para hallar las diferencias. La obra de Virginia Woolf es una parodia, en la que se refiere a su amiga íntima Vita Sacksville-West.  En cambio, Limón Blues es la historia de la segunda oleada de inmigrantes afrocaribeños a Limón para trabajar en la construcción del ferrocarril y posteriormente en las plantaciones bananeras.

 

No podían ser más dispares estos dos mundos.  En la novela de Woolf, Orlando todo transcurre durante siglos, en los cuales se asiente el capitalismo en ese país y que lo lleva a convertirse en poderosos imperio.

 

En contraste, Limón Blues nos presenta a los desheredados de la tierra, quienes se sienten herederos de esta Inglaterra imperial por haber sido súbditos de esa potencia.  Cuando se asientan en Limón ostentan una lealtad, una identidad y un idioma distinto al de la gente blanca de Costa Rica.

 

Mientras que en Orlando de Virginia Woolf se ve como se asienta el imperio y se consolidan los idiomas hegemónicos como el francés y el inglés, en el Caribe costarricense aparece el criollo limonense, unido a otras lenguas, como el español, el inglés estándar, el chino y otros.  Se trata de dos mundos muy cosmopolitas pero dispares entre sí.

 

Inglaterra representa el mundo que empieza a industrializarse, en cambio en Limón Blues se muestra un mundo desemejante, en el cual imperan los monopolios como el de la United Fruit Company.

 

El teórico Ernest Mandel, a quien cito en el ensayo se ha referido a esta problemática en los siguientes términos:

 

Dice por ejemplo que el modo de producción capitalista se debe esencialmente al desarrollo desigual entre diversos sectores, ramos, países, arrastrados en el mercado capitalista. La creación del mercado mundial, que precede al auge del modo de producción capitalista, crea el marco general de ese desarrollo desigual y se manifiesta especialmente porque ocurre un progreso desemejante entre la industria y la agricultura, un descenso del trabajo artesanal y el campesinado se ve obligado a proletarizarse hasta llegar a convertirse en la masa de mano de obra para la industria en expansión.

 

Precisamente estos dos mundos son los que vamos a ver claramente al contrastar ambas novelas.  Por otra parte, conviene saber que el personaje protagónico de Limón Blues se llama Orlandus Robinson.  ¿No es cierto que aquí la intuición nos lleva de alguna manera a relacionarlo con el Orlando de Woolf?

 

La formación del modo de producción capitalista se extiende desde el siglo XVI y hasta finales del siglo XVIII. El personaje Orlando, de la novela de la inglesa Virginia Woolf, cabalga desde el siglo XVI hasta el siglo XX. En cambio, el personaje Orlandus Robinson de la novela Limón Blues, se inicia desde que el personaje, siendo niño emigra con su familia de Jamaica a Limón, en el Caribe costarricense. La época que detalla Rossi, que mayormente recoge de los periódicos limonenses de la época comprendida entre principios del siglo XX hasta 1950, fue una época de esplendor cultural en la provincia.

 

En este sentido es necesario hacerse eco de las palabras del sociólogo peruano Aníbal Quijano, quien dice que la expoliación colonial es legitimada por un imaginario que establece diferencias inconmensurables entre el colonizador y el colonizado. Las nociones de raza y cultura operan aquí como un dispositivo taxonómico que genera identidades opuestas. El colonizado aparece, así como lo “otro de la razón”, lo cual justifica el ejercicio de un poder disciplinario por parte del colonizador. La maldad, la barbarie y la incontinencia son marcas identitarias del colonizado, mientras que la bondad, la civilización y la racionalidad son propias del colonizador.

 

Modernidad y colonialidad

 

A propósito de los conceptos modernidad y colonialidad, es necesario señalar que se trata de dos conceptos intrincados y entrelazados, pues son las dos caras de una misma realidad, tal y como lo explica Walter Mignolo en su libro La Idea de América Latina

 

Desde la perspectiva europea, la modernidad se refiere a un periodo de la historia que se remonta al Renacimiento europeo y al “descubrimiento” de América (idea que comparten los académicos del sur de Europa, es decir, de Italia, España y Portugal) o bien a la Ilustración europea (idea que sostienen los académicos y los intelectuales y reproducida por los medios en los países anglosajones -Inglaterra, Alemania y Holanda- y un país latino -Francia). Desde la perspectiva del otro lado, el de las excolonias portuguesas y españolas de América del Sur, la idea propuesta por los académicos e intelectuales es que el progreso de la modernidad va de la mano con la violencia de la colonialidad. (2007:31)

 

No obstante, y siguiendo a Walter Mignolo, conviene resaltar la diferencia entre colonialismo y colonialidad.  Tal y como lo explica el autor:

 

“Colonialismo” se refiere a periodos históricos específicos y a lugares de dominio imperial (español, holandés, británico y, desde principios del siglo XX, estadounidense); “colonialidad”, en cambio, denota la estructura lógica del dominio colonial que subyace en el control español, holandés, británico y estadounidense de la economía y la política del Atlántico, desde donde se extiende a casi todo el mundo. (2007:33)

 

Es decir que estos dos conceptos, así imbricados, dan cuenta de una misma lógica de dominación, aunque el poder haya cambiado de manos.

 

En la obra ya citada, Mignolo muestra que esta lógica de la colonialidad opera en cuatro dominios de la experiencia humana: 

 

  • económico: apropiación de la tierra, explotación de la mano de obra y control de las finanzas; (2) político: control de la autoridad; (3) social: control del género y la sexualidad, y (4): epistémico y subjetivo/personal: control del conocimiento y la subjetividad. (2007:36)

 

Precisamente en las dos obras que se analizan, se presentan las dos caras de una realidad: la Inglaterra imperial, vista, observada desde los ojos de un noble, hombre y mujer a la vez y, por otra parte, el mundo de los colonizados, de procedencia antillana, pero también en la novela de Rossi se puede apreciar el racismo y el desprecio que se da entre los “blancos” hegemónicos y los “negros” colonizados.

 

Uno de los antecesores de este pensamiento de(s)colonizador latinoamericano, lo constituye la figura del martiniqués Franz Fanon, quien señaló en sus escritos que el fundamento racial es un elemento sustancial en la construcción de una economía basada en la estructura etno-racial.  Estos mismos conceptos acompañan el pensamiento del sociólogo peruano Aníbal Quijano.

 

En la obra que lleva por título La Idea de América Latina, Walter D. Mignolo, en forma esclarecedora, explica que la división de los continentes y las estructuras geopolíticas impuestas son constructos imperiales de los últimos 500 años. (2005:15)

 

Y es que, en esta obra, Mignolo no se refiere únicamente a esta entidad nombrada como América Latina, sino a cómo fue que nació la idea de esta masa continental que fue conquistada y colonizada por la España del siglo XV en la mayoría de los países que luego se conformaron como Hispanoamérica, con la excepción de Brasil y de algunas islas situadas en el Caribe, cuyas tierras fueron conquistadas por portugueses, ingleses, holandeses y franceses.

 

Sin duda el proceso de conquista y colonización cambió no solo el rumbo de Europa, también el de estos países. Significó en esencia la conquista del océano Atlántico, la apertura de Europa hacia el mundo, puesto que esta dejó de ser tan solo una cultura afianzada alrededor del mar Mediterráneo. Significó, asimismo, que se impusiera un modelo de desarrollo que luego se convertiría en el sistema mundo de corte capitalista.

 

Sin embargo, también representó uno de los periodos históricos donde se cometieron atroces genocidios y epistemicidios, tal y como lo explica Ramón Grosfoguel en el artículo que se intitula Racismo/sexismoepistémico, universidades occidentalizadas y los cuatro genocidios/epistemicidios del largo Siglo XVI. (2013:1)

 

Grosfoguel manifiesta que el racismo/sexismo epistémico fundacional se expresa en las universidades occidentalizadas. Subraya el autor que el privilegio epistémico occidental está presente en estos centros de conocimiento.

 

Ramón Grosfoguel da cuenta que, a partir del siglo XVI, el reino de España, regido por Isabel y Fernando, expulsó de la península ibérica a los judíos y musulmanes. Esta expulsión tiene fecha: 1492. Pero también se inicia la conquista y colonización de América con el consiguiente exterminio de las poblaciones autóctonas. El siglo XVI, del mismo modo, registra el rapto y la esclavización de los africanos, quienes eran llevados en barcos y traídos al nuevo continente. Asimismo, Grosfoguel relata el exterminio de mujeres, a quienes quemaban vivas por ser acusadas o sospechosas de prácticas de brujería en Europa. 

 

Silvia Federici en su obra Calibán y la Bruja, se refiere fundamentalmente a la quema de mujeres acusadas de ejercer la brujería como parte del proceso de suprimir derechos que las mujeres de la época feudal tenían, además de que está práctica contribuyó a la acumulación de capital. Este tema se ampliará más cuando se haga referencia a la dimensión de género.   

 

No obstante, estos cuatro genocidios presentan diferencias. Por una parte, como la corona española quería unificar su reino, se expulsaba a moros y judíos en virtud de que profesaban la religión equivocada, esta práctica fue una forma violenta de apropiarse de sus tierras. En el caso de los nativos del continente americano, Colón y otros colonizadores españoles consideraban que no tenían secta, es decir que no profesaban ninguna religión porque no tenían alma, poseían según ellos, temple animal. Los africanos por su parte eran tan solo animales de trabajo. No fueron capaces los europeos de ver más allá y, si lo hicieron, su codicia fue mayor. De toda esta “clasificación” surgen las nociones de civilización y barbarie, que serán analizadas en páginas posteriores.

 

Detrás de estos genocidios/epistemicidios, aparece la noción desarrollada por Enrique Dussel en cuanto a que la sentencia cartesiana de Yo pienso, luego existo, expresada en el siglo XVII, lo que en realidad significa es Yo extermino, luego existo, puesto que han transcurrido para esa fecha 150 años de prácticas eliminatorias no solo de seres humanos, también de religiones, lenguas, costumbres y creencias. 

 

En la novela Limón Blues de Rossi se puede apreciar la distancia y la diferencia entre los costarricenses legalmente aceptados y los afroantillanos: aquí se observan en su máximo esplendor las prácticas racistas y excluyentes producto del colonialismo interno. Conviene explicar lo que se entiende por colonialismo interno. Con esta noción se hace referencia a quienes ostentan el poder y reproducen, desde el punto de vista ideológico, los mismos patrones de desigualdad que tuvieron los colonizadores y conquistadores respecto de los pueblos nativos.

 

Mas no solo en el texto narrativo ya citado se observa este patrón.  En la novela Orlando de Virginia Woolf, por ejemplo, la cabeza de un moro se exhibe como trofeo de cacería. La sentencia yo extermino, luego existo, se manifiesta aquí en forma visible.

 

Woolf, quien presenta a una Inglaterra hegemónica, hace un recorrido a través de los siglos, cuyos dominios se extendieron a América, así como a otros continentes. De ahí que se hace imprescindible tomar en cuenta las siguientes premisas para definir el patrón modernidad/colonialidad que impuso Europa y no solo Inglaterra. Cabe señalar que no existe modernidad sin colonialidad, ambas nociones están perfectamente imbricadas, son las dos caras de una misma moneda.

 

Enrique Dussel, en el artículo Europa, modernidad y eurocentrismo, (2000), señala que existen dos conceptos para aludir a la Modernidad. El primero se refiere al carácter eurocéntrico, provinciano y regional. Es, por así decirlo, una “salida” de la inmadurez por un esfuerzo de la razón como proceso crítico, que abre a la humanidad a un nuevo desarrollo del ser humano. Para Dussel ese proceso se cumplirá en Europa en el siglo XVIII, periodo en el que tienen lugar la Reforma, la Ilustración y la Revolución francesa. Estos fenómenos y otros son el punto de partida de la Modernidad, sin embargo, se trata de fenómenos que ocurren dentro de Europa.

 

La segunda visión, que es la que Dussel propone, consiste en definir la Modernidad en un sentido mundial, puesto que nunca hubo una historia tan abarcadora y globalizada como la que se inicia en 1492. Aquí es preciso señalar que, con anterioridad a esa fecha, los sistemas políticos y culturales coexistían. Pero tras la conquista del océano Atlántico la centralidad de la Europa latina en la historia mundial es la que va a determinar la Modernidad.

 

Se debe considerar que el proyecto modernidad/colonialidad se origina en el siglo XVI, periodo histórico en cual se produce el “descubrimiento” de América, que muestra sin más el rostro oculto de la modernidad. En Europa, al mismo tiempo, se producía el Renacimiento europeo, que es la cara visible de la modernidad.

 

Durante este proceso se produce una importante acumulación de capital y por eso países como Inglaterra, Holanda, Alemania y Francia avanzan y dejan de lado a España y a Portugal. Surge entonces el sistema mundo capitalista.

 

No obstante, hay un rasgo particular que acompaña este proceso: el racismo moderno/colonial. Para consolidar la apropiación de tierras y para reducir a esclavitud a nativos y africanos, se requirió de la construcción ideológica del racismo, ideología que legitimó el exterminio. De ahí que los indígenas y esclavos africanos fuesen considerados como seres humanos de segunda clase o bien como simples animales de carga. De acuerdo con el sociólogo peruano, Aníbal Quijano, esta instancia racista,

 

se consolidó así, junto con esa idea, otro de los núcleos principales de la colonialidad/modernidad eurocéntrica una concepción de humanidad, según la cual la población del mundo se diferencia en inferiores y superiores, irracionales y racionales, primitivos y civilizados, tradicionales y modernos. (2014:287)

 

En la obra Orlando, escrita por la inglesa Virginia Woolf, se muestra, por supuesto, un punto de vista eurocéntrico y, la verdad, no podía ser de otro modo. El personaje Orlando, de quien se escribe una biografía, que es más bien una parodia que representa a un hombre/mujer, quien pese a pertenecer a la nobleza, también ridiculiza a las altas esferas, a los nobles, a la monarquía y suele, en ocasiones, buscar otros estratos sociales para relacionarse.

 

En dicha novela también puede verse el lugar subalterno que ocupan las minorías, entre ellos, lacayos negros, la negra Grace, una empleada y el vínculo que luego establece el personaje principal al irse como embajador de Inglaterra a Constantinopla. En ese periodo se transforma en mujer y mantiene una relación con los gitanos. Luego de una enfermedad que tuvo sumergido a Orlando entre la vida y la muerte durante siete días, se transforma en mujer. Esta mudanza será analizada posteriormente cuando se detalle el capítulo referente a la construcción de género. En la relación con los gitanos, no se logra establecer un buen entendimiento. Y aquí es necesario resaltar que para el personaje su Dios es la naturaleza y con ello se distancia no solo de las creencias de los gitanos, sino de la Inglaterra y Europa de su tiempo en donde hubo verdaderas guerras por motivos religiosos.

 

Con el propósito de profundizar en el eje formado por el tema racial, el religioso y la visión imperial, conviene mencionar el esclarecedor artículo de Nelson Maldonado-Torres, quien, en Religión, Conquista y Raza en la Fundación del Mundo Moderno Colonial, explica que a partir del siglo XVI se trastocan las coordenadas conceptuales que definían la “lucha por el imperio” y las formas de clasificación social en el siglo XIV, anteriores al “descubrimiento”. Dice así el autor: 

 

La relación entre religión e imperio está en el centro de una transformación vital de un sistema de poder basado en diferencias religiosas a uno basado en diferencias raciales. Por eso ya en la modernidad la episteme dominante no sólo será definida en parte por las tensiones y mutuas colaboraciones entre la idea de religión y la visión imperial del mundo conocido, sino más bien por una dinámica entre imperio, religión, y las gentes que aparecieron en el mundo antes desconocido o creído despoblado por los europeos (África primero y las Américas después). (2008:1)

 

De tal manera, esta clasificación racial se inicia justamente con la modernidad. Con grandes dificultades se logra dotar a los indígenas de humanidad, por ejemplo, el Papa Paulo III expresa que sí pueden ser considerados personas y desde esa fecha, 1537, se les considera humanos y dignos de ser adoctrinados, aunque inferiores con respecto a los europeos.

 

La novela de Rossi se ubica en lo que podemos llamar la nueva novela histórica. Esta se fundamenta en parte a que los escritores se basan en documentos de una época determinada y desde allí construyen la novela. Pero es una muy diferente a la que se producía en el siglo XIX. La estrategia es distinta puesto que los escritores más bien se plantean un proceso de síntesis y una reelaboración documental, así como del uso de citas textuales o presuntamente textuales.

 

CLASE SOCIAL Y GÉNERO

 

En primer lugar, es necesario resaltar que la categoría denominada género es una herramienta de reciente formulación y su planteamiento lo esgrima por vez primera Simone de Beauvoir en su ya citada obra El Segundo Sexo. La autora francesa explica, por ejemplo, que las características humanas consideradas femeninas son adquiridas por las mujeres mediante un complejo proceso individual y social, en lugar de derivarse de manera natural de su sexo. Aunque, a decir verdad, en la novela Orlando, Virginia Woolf deja ya consignadas estas consideraciones.

 

En nuestros días, cuando se habla de las teorías de género, se busca una comprensión de los procesos de diferenciación, dominación y subordinación al que están sometidos hombres y mujeres. Fundamentalmente se busca ampliar las argumentaciones en torno a este tema y alejarse de explicaciones funcionalistas y deterministas.

 

Conviene, en primer término, observar lo que se ha expresado sobre el concepto de género desde la psicología, fundamentalmente al papel que le asignó Sigmund Freud, quien localizó el centro de atención principal de la hija en la figura del padre. Por otra parte, cabe citar a los ingleses D.W. Winnicot y a Melanie Klein, quienes destacan que en el desarrollo psicológico de las féminas estas no experimentan una separación tan aguda de sus respectivas madres como sucede en los varones. Ellos afirman que las fronteras entre el yo y los otros son más difusas en el sexo femenino que para el masculino, de tal manera se concluye que las mujeres tienen una capacidad de razonar más empática.

 

Vemos, por ejemplo, en la novela Orlando, la mudanza de un género a otro, pero la identidad no cambia. En la novela de Rossi, podemos observar identidades muy bien definidas, tanto masculinas como femeninas, aunque algunas de ellas tienen aspectos relacionados en el otro género.

 

Pero en esta novela de Rossi vemos como están conectadas las instancias de género e identidad.  Para la filósofa argentina María Lugones, desde la perspectiva denominada “colonialidad de género”, señala que la óptica de Quijano presupone una comprensión patriarcal y heterosexual de las disputas por el control del sexo y sus recursos y productos.

 

En este sentido, es preciso sintetizar lo que Quijano formula, ya que el eje del poder y de la dominación está estructurado en cuatro dominios básicos: sexo, trabajo, autoridad colectiva y subjetividad e intersubjetividad, sus recursos y productos. Para comprender a cabalidad estos conceptos hay que enfatizar que el poder capitalista, eurocentrado y global está organizado alrededor de dos ejes: la colonialidad del poder y la modernidad. Sin embargo, para María Lugones, en Colonialidad y Género, este análisis está incompleto y a continuación intento explicar en qué consiste el aporte que esta teórica realiza. Señala Lugones:

 

El marco de análisis, en tanto capitalista, eurocentrado y global, vela las maneras en que las mujeres colonizadas, no-blancas, fueron subordinadas y desprovistas de poder. El carácter heterosexual y patriarcal de las relaciones sociales puede ser percibido como opresivo al desenmascarar las presuposiciones de este marco analítico. (2008:6)

 

Las mujeres en la novela Limón Blues muestran un carácter transgresor.  Por un lado, está Leonor Fernández Jiménez, una mujer de ideas liberales que pertenece a las altas esferas del poder y quien tiene fuertes encuentros amorosos con Orlandus, el personaje principal, producto de lo cual engendra un hijo.

 

Por otra parte, está Irene, la esposa de Orlandus, quien tiene relaciones con un médico judío y con quien procrea una hija.  Vemos aquí como se intersectan género y clase social.

 

LA CUESTIÓN DE LA IDENTIDAD

 

En el estudio denominado Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina, el sociólogo peruano Aníbal Quijano explica que el concepto raza es una categoría mental propia de la modernidad. Y es que la idea de raza, en un sentido moderno, no tiene historia antes de la conquista de América. En todo ese proceso se construyó muy pronto una referencia a supuestas estructuras biológicas diferenciales entre conquistadores y colonizados.

 

Dice Quijano que: La formación de relaciones sociales fundadas en dicha idea, produjo en América identidades sociales históricamente nuevas: indios, negros y mestizos y redefinió otras. (2000:202)

 

De tal manera, en el imaginario hegemónico costarricense se ha construido el mito de que la población costarricense es blanca y por lo tanto distinta y superior al resto de centroamericanos. Este factor racial fue una manera de legitimar las relaciones de dominación impuestas por la conquista y la colonización. Sin embargo, historiadores, genealogistas, literatos y lingüistas han abordado el tema de la identidad en nuestro país y en muchos casos han desmentido el mito de que la población costarricense es únicamente blanca y de origen europeo.

 

Dos oleadas de inmigrantes llegaron a Costa Rica, la primera en tiempos de la conquista y colonización, venían procedentes de África en condición de esclavos. Venían de regiones con amplia cultura y conocimiento, no eran bárbaros; sin embargo, esto no importó a los conquistadores y esclavistas.

 

Estas poblaciones se asentaron en Matina, Nicoya y Limón.  La segunda oleada inmigratoria sucedió a finales del siglo XIX y principio del XX, venían procedentes de Jamaica y de otras islas caribeñas. Este es justamente el periodo que recoge en su novela Rossi.

 

Los jamaiquinos que llegaron a Limón, junto con otros afroantillanos procedentes de otras islas, en muchos casos estaban dotados de la nacionalidad inglesa y al haber absorbido su lengua y sus costumbres, hace que se sientan portadores de una cultura superior a la de los costarricenses. Sin embargo, aquí es necesario recalcar que los jamaiquinos que llegaron eran los menos “escolarizados”, se trataba de hombres y mujeres proletarios que buscaban con afán una nueva vida tanto en las costas caribeñas centroamericanas como en Panamá. No obstante, es necesario señalar que en las escuelas dominicales a las que acudían se recitaba a Shakespeare, por ejemplo.  Este hecho, sin duda, no lo disfrutaban la población blanca en sus escuelas.

 

En Limón Blues se puede observar cómo convive la religión protestante con formas de religiosidad africana, como el myalismo, el revivalismo, el obeah y la pocomía.  En diferentes momentos en la obra de Rossi se puede percibir un elemento absolutamente barroco, en la medida en que conviven diferentes instancias religiosas y políticas.

 

Asimismo, el lenguaje también es distinto. Si bien hablan el idioma inglés, este se ha mezclado hasta producir una lengua criolla. Tal y como lo documenta Anita Herzfeld en su ensayo: El Multilingüismo y la identidad de los afrolimonenses de Costa Rica: Cuando los trabajadores ferrocarrileros y más tarde los peones de plantaciones llegaron a Costa Rica empleados por la United Fruit Company a fines del siglo XIX trajeron consigo su “idioma inmigrante”, el criollo jamaiquino. (2003, 172)

 

Uno de los más grandes aciertos que logra Rossi en su novela es el de mostrarnos el lenguaje de los afrolimonenses. A través de todo el libro se utilizan palabras en español y en inglés criollo. Es ahí justamente donde la identidad de los afrodescendientes adquiere un valor verdaderamente revolucionario, subvierte de manera absoluta todo el concepto de identidad blanca, de pureza racial, sin mezclas como han pretendido las élites.

 

Muchos otros aspectos se podrían debatir en torno a estas dos novelas. Ojalá que disfruten estas notas.

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

 

Grosfoguel, Ramón. (2013). Racismo/sexismo epistémico, universidades occidentalizadas y los cuatro genocidios/epistemicidios del largo Siglo XVI. Departamento de Estudios Étnicos, Universidad de Berkeley. Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. 

 

Herzfeld, Anita, (2007). Lengua e identidad en una situación de contacto: el criollo limonense en Costa Rica. Universidad de Kansas, Estados Unidos de América. Signo y Seña. Facultad de Filosofía y Letras. Número 18.  

 

Lugones, María. (2008) Colonialidad y género. Binghampton University. TABULA RASA No.9, julio-diciembre de 2008. Estados Unidos de América.

 

Maldonado Torres, Nelson. (2008). “Religión, Conquista y Raza en la Fundación del Mundo Moderno Colonial”. Recopilado en el libro Islamophobie Dans le monde moderne. Editado por Mohamed Me pluri-versalismo stiri y Ramón Grosfoguel https://revistas.unc.edu.ar/index.php/astrolabio/article/download/…/322 Recuperado de internet el 10 de setiembre de 2016.

 

Mignolo, Walter D. (2007). La idea de América Latina: la herida colonial y la opción decolonial. Editorial Gedisa, Barcelona, España. 

 

Quijano, Aníbal. (2014). De la Dependencia Histórico-Estructural a la Colonialidad/Descolonialidad del Poder. 1a ed. CLACASO. Buenos Aires, Argentina.

 

Quijano, Aníbal. (2007). Colonialidad del poder y clasificación social. En el giro decolonial, reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Siglo del Hombre Editores, Bogotá, Colombia.

 

Fotografia de Mia Gallegos

Mía Gallegos nació en Costa Rica en abril de 1953. Es escritora, periodista, ha publicado libros de poesía, de cuentos y de ensayos.  Sus libros de poesía:  Golpe de Albas. Los Reductos del Sol, Los Días y los Sueños, El Claustro Elegido, El Umbral de las Horas.  Cuentos y prosas poéticas: La Deslumbrada.  Ensayo:  Tras la huella de Eunice Odio. En el año 2020 se publicó una Antología de su poesía en la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.  La Editorial Nueva York Poetry Press publicó en el 2021 su poemario Es polvo, es sombra es nada.

Sus poemas figuran en antologías latinoamericanas y de España. En 1985 participó en el Programa de Escritores en la ciudad de Iowa en los Estados Unidos. Ha recibido en tres ocasiones el Premio Aquileo J. Echeverría en la rama de poesía. Pertenece a la Academia Costarricense de la Lengua.. 

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