Poemas | Gustavo Tisocco
Certeza
Tengo la certeza
de que mi abuelo Pedro se quedó dormido
y me lo robaron barcos piratas.
Sabido es que estos bárbaros
aglutinan fortunas,
trofeos, tesoros…
***
Como a un soldado
que le quitaron la batalla,
vencido y avergonzado,
así mi aliento
suplica por tu boca.
No habrá jirones de paz
si te quedas en tu isla.
***
Como durazno
nos desprenderemos de las ramas
y caeremos al suelo.
Vendrán después los pájaros,
el tiempo como un verdugo
y pereceremos frágiles
bajo el dorado resplandor.
Importará solamente
que el carozo horade la tierra.
***
Cuando mi Príncipe
me despertó del sueño
más de siete enanos nos juzgaron.
Desde ahí, ese beso es mi gloria.
Ahora,
todas las manzanas
que nos ofrecen,
saben a veneno.
***
Apenas de niños Arielito
supimos de la muerte.
Yo descubrí
el dolor inexplicable
de la ausencia,
hasta de lo injusto que pareció ser Dios
cuando un océano
de llanto lo mantuvieron inmutable.
Y te recuerdo blanco y frágil
acostado en la mesa
en un cofre como de flores,
inmóvil y sediento
oliendo a café
-porque las vecinas no querían
que la muerte te vista con su aroma-
y te adornaron con los granos marrones y amargos
con los que asocio hoy a la tristeza.
Tú, el niño muerto
que me mostraste de niño a la muerte,
que ahora dormís solito y quieto debajo de los sauces
¿me recuerdas?
¿estás muy solo allá?
¿quieres retornar?
Ariel acá el tiempo pasa
y ya perdí al niño
y encontré a este hombre resignado que soy,
acá cambió el paisaje,
la forma de vestirme,
las promesas.
Acá olvidamos,
comemos y dormimos
y andamos en auto bus
y nos miramos apenas
como sobrevivientes de un presagio que nos ronda.
De niños Arielito supimos de la muerte
a ti te tomó por sorpresa
sin poder esconderte,
a mí me dejo marcado
para que la escriba.
***
Llora la niña
que carga a la niña
llora el caballo
que carga ambas tristezas.
Lloran pues gritar no pueden,
no pueden con la carga,
no pueden con el daño.
De tanto llorar los tres
se nos inundó el cielo.
***
Mi abuela era feliz y hablaba con Dios.
Decía que él habitaba en su patio.
Pero desde aquella tarde
no le dirigió la palabra,
nunca entendió eso de arrebatarle al hijo.
Enmudeció
mucho antes de cruzar a la otra orilla.
***
La madre juega a ser gigante
y empieza a parir.
Y le nace
un niño indefenso
como un charco en el desierto.
Y le nace una niña incrédula
como María Magdalena
ante las bestias.
La madre se va haciendo pequeña
y le surge un niño azul,
una niña que no ríe,
otros niños,
muchos más.
La madre desaparece.
Solo flores le brotan de la boca.
Gustavo Tisocco nació en Mocoretá –Corrientes- Argentina.
Tiene publicado los poemarios “Sutil”, “Entre soles y sombras”, “Paisaje de adentro”, “Pintapoemas”, “Cicatriz”, “Rostro ajeno”, “Desde todos los costados”, “Terrestre”, “Quedarme en ti”, “Reina” y “Hectáreas” (libro publicado en Madrid, España) “Perla del Sur”, “Entre ventanas” y “Nueve poemas” ; así como los Cd “Huellas”, “Intersecciones”, “Corazón de níspero” y “Terrestre”.
Participó de diversas antologías tanto en Argentina como en diferentes partes del mundo. Asiste a encuentros nacionales y asistió a festivales internacionales en México, Perú y Nueva York como invitado.
Creador y director del sitio MISPOETASCONTEMPORÁNEOS desde el año 2006.