Poesia & Conto

Su vestido verde | Camila Soledad Olmedo

I

 

Igual que destrozar sus tules blancos
Estas llovidas marañas de abriles
Se tornan nuevos cánceres tan francos
Que puerilmente me sangran añiles

Lirios en mi melena todavía;
Crezco entre blondas de boda en mi cama
Como un tiempo de novia que sería
Noche de perla en flor mayor de dama.

 

Mas temo mi peligro con constancia
Naciendo gravemente en toda instancia
Por motivo divino que consuela

 

Para una joven beatitud salvaje
Me vestirá un rebelde y fresco traje
Mientras me muera de antigua mozuela.

 

II

 

Enigma en flor
tu mariposa a la luz.

 

Tengo el abismo encarnado
en el sueño partido:
son siamesas sus mitades
gemelarmente pueriles.

 

Y no comprendo
si es la locura que toma mi ser
o la luna que llora su color
atada a un collar estelar,
no sé, mi cielo…
Solo quiero morir
después de todos los cofres
amanecidos en joyas
como una fuente de galaxias
en tus cabellos.

 

III

 

Con euforia de panorama sideral
crece el abatimiento de ser sombra
acurrucado
en el acecho del asesino
que edifica las caderas de la muerte
sembrando en su matriz
arboles sonámbulos
fijados en su placenta enferma.

 

Y me respira el alma
un oxígeno espectral de psicosis
porque mi agitación de póstuma catástrofe
sufre de impropia malicia
hipertrofiada de cólera.
Aunque ya sin la vida a mi favor
alumbraré la rosa de la sangre
que cae del mirar más desesperado
de este fulgor que agoniza de ciego.

 

IV

                        A Federico Rivero Scarani      

 

Tormenta flotante
la marea,
su cumbre es una barca perdida
que no alcanza la gloria de tu estrella
y solo el pensamiento la nombra
sonando como un pozo
de mariposas atadas al hilo infinito
que las viste de libertad.

 

Ya no es momento
de distraer mis plegarias
el agua se hunde
como un caos cobarde
y muero bajo el dios acechador
del desamor.

 

V

 

“Lo natural es vivir como recién llegada al mundo”.

                                                                Cristina Peri Rossi

 

El dolor es un surco
lamido por la madre que lo forma
y recordé eso ayer
arrancando a tiras la piel muerta
de mis pies
cómo quisiera estrenar
el diario en blanco
con las huellas de mis primeros pasos.
Y que sea una aventura
lo oculto del peligro.

 

VI

 

El día que dibujamos peces
brotaban chispas exóticas
de París
en tus lápices de colores.
Y pensar que anuncian un hermanito
fulgurando su lecho
de incienso y romero.

 

Lágrimas de niño
como al ojo un colirio
corren por mi frente vencida.

 

VII

 

Después de lacustre plenitud
la memoriosa pálida
que viste de pulcra muselina
deambula formando jardines
bélicos de sueño.

 

Las tres Marías le miran
su cuarto blanco
y escuchando
la fábula de su cartera
un mensaje de sangre le recuerda
sacralizar el idioma
de los animales.

 

VIII

 

El palacio primaveral
no es suficiente
esto es un abanico de blancuras
que devora los astros
y arsenales de risas
en los elegantes núcleos
de las frutas;
no me basta
con las visiones
desde las montañas:
mis ojos son amargos caramelos
como jaulas compactas
de las horas.
Mas hay un elemento
que secretea:
el péndulo soñador
armonioso
sanguinario
de mi Destino.

 

IX

 

Durante nuestro soplo de placidez
Los cuerpos que ejercen su revolución:
Son como vestidos con su rispidez
Y pestañas en su plena floración

 

Conjuntas: elevación de túmulos
Con la suerte de cajones macizos
Esto son mis saberes en cúmulos
De nocturnos cantares enfermizos:

 

Burbuja sonora mi tentativa
De recrear una noche pasiva
Llevándome desmayada y tranquila

 

A la alfombra de refugios menguantes
Rodeada de los astros debutantes
Que me darán las partes de tu lila.

 

X

 

Esta noche, 
una leve y sonriente acrobacia
encendida
hasta el umbral
de lo suave y de lo hondo,
flotante soprano.

 

Palabras rojas en un gotero negro:
fuego suspendido
con horizontes rotos
la áurea arena blanca
de plena y seca nube.
(sobre el maniquí, durante cualquier sueño etílico).

 

XI

 

Con la faz al viento
supiste el canto de cuna
al ritmo superlativo
de la Ira en su tempestad
que descansará en mi llanto.

 

Resguardaré tus ansias
de conquistar un minuto
lejos de mi tristeza
que el fúlgido azul enluta
su sombra en los mares hundidos
por la sed de los muertos.

 

Y el cosmos entibia las penas
fijando sus marquesitas 
a un tallo fuerte:
la luz de esta vela ofrece 
el día con su crisálida del Oriente.

 

XII

 

Brotan ecos de tu nombre
desde el cometa que me escurre magia
estrellada del pensamiento.

 

me contenta un canto vacío
porque es tu canto grato
del más abierto azul tu aura.

 

Y tus brazos sostienen
la niña nacida del corazón
hecho espiral
de futuros cíclicos, meditados,
en mi afán de contentar
la génesis grave de la Nada.

 

Camila Soledad Olmedo

 

Camila Soledad Olmedo nació en Montevideo en 1987. Es “Auxiliar de Farmacia” y estudiante de inglés; se dedica a la traducción de poemas del poeta uruguayo Federico Rivero Scarani. Ha escrito varios poemarios entre ellos: “La cuarentena de Serafina”, www.letras-uruguay.espaciolatino.com, “Su vestido verde”, www.libreeindependiente.wordpress.comSoliloquio”, “Fósiles azules”.

 

Qual é a sua reação?

Gostei
1
Adorei
2
Sem certezas
0

Os comentários estão fechados.

Próximo Artigo:

0 %